RETABLO DE LAS ANIMAS

Hornacina del Retablo de las Ánimas

El Retablo de Santa Teresa preside la nave de la Epístola. La imagen de Santa Teresa se corona con un bonete, como correspondía a la patrona del clero de Santa María, título otorgado por el Cabildo Eclesiástico en el siglo XVIII. Esta imagen fue donada por D. Joaquín Ponce de León y Lancaster, duque de Arcos. Es una talla napolitana dorada, estofada y policromada. El retablo barroco consta de dos cuerpos, cada uno con su hornacina, en la inferior Santa Teresa, y en la superior un mediorrelieve de Santa Catalina de Siena, a quien estuvo dedicado el retablo en otro tiempo.

El Retablo de San José, situado en la nave del Evangelio, es de mediados del siglo XVIII, de estilo barroco, parecido al de Santa Teresa. También ostenta dos cuerpos, el inferior con la imagen de San José, y el superior con la de San Andrés. La imagen de San José es de buena talla, pertenece a la escuela sevillana del siglo XVII o quizás del XVIII, con escaso colorido y dominio del dorado.

Sobre la nave del evangelio y empotrado en parte en el muro, el Retablo de San Félix es un auténtico relicario en el que se guarda el cuerpo de San Félix traído de Roma entre otras varias reliquias de santos enmascaradas por la propia ornamentación del retablo, obra de Andrés Benítez, en 1764. Frente al coro, en la nave del Evangelio, está ubicado el retablo del Simpecado, de estilo barroco y perteneciente al siglo XVIII.
El Retablo Mayor ocupa la cabecera del templo, frente a la puerta principal. Es una auténtica joya artística que reúne labores de arquitectura, escultura y relieve. Durante más de veinte años trabajaron en él Jerónimo Hernández, Juan Bautista Vázquez el Joven, Miguel Adán y Andrés de Ocampo, entre otros escultores. Dorado, estofado y pintura se deben principalmente a Juan de Salcedo y Antonio Pérez. Está formado por tres cuerpos y un ático, tiene siete calles de las que cuatro son de nicho e imaginería y las tres de mayor anchira, de relieve. La calle central presenta tabernáculo y templete en el primer cuerpo. Los apóstoles contemplan el sepulcro de la Virgen vacío en el segundo cuerpo, mientras asciende al cielo en el superior. En el último cuerpo aparece el Padre Eterno. En las hornacinas existen imágenes de apóstoles y en los relieves están representadas escenas de la vida de la Virgen. Por todo el conjunto se reparten columnas dórdicas, jónicas y corintias. Pertenece en estilo y época al Renacimiento (1585-1608).

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